Aún me cuesta mostrar afecto para revelar la estima que siento porque crecí con falta de hábito en ello. Me cuesta apreciar mi propia lindeza, a pesar de tener la virtud de vislumbrar toda belleza ajena, porque todavía no me aprecio lo suficiente. A veces me cuesta expresarme de forma ordenada porque mis pensamientos van tan rápidos que me enredo con ellos. Me cuesta permitir ver a los demás el deseo por el beso de un hombre porque los insultos del pasado me imbuyeron de lo mal visto que está. Siempre me cuesta encajar mis formas raras y ahora he entendido que no necesito ajustarme al puzle sólo porque muchos jueguen a corresponder. Me cuesta buscar en el interior mi auténtica esencia porque durante mucho tiempo he añadido tantas capas superficiales para agradar a los demás que he desvirtuado mi propio ser.
Y me cuesta bastante redactar este texto, es el más costoso de todos los que he publicado, porque hace tiempo me encerré tanto en mí que ahora me cuesta abrirme a los demás. Y a pesar de ello estoy logrando escribirlo.
Aunque la propia transformación cuesta, como la metamorfosis de la oruga en mariposa, quiero continuar instruyéndome con inteligencia en la responsabilidad de ser y con amor en la libertad para ser.
Ilustración perteneciente a la artista Amanda Cass.
¡Cada vez nos costará menos, vecino! ¡Un abrazo y adelante! 😀
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¡Vamos! ¡Un abrazote y que la fuerza siempre te acompañe!
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